jueves, 27 de diciembre de 2012
Una niña.
Cuando era pequeña creía que era fea, que la luna perseguía el carro de mi padre mientras viajábamos, en el conejo dentro de esta misma que osaba seguirnos, que todo el mundo era bueno, en la hadas y en los duendes, en que cuando yo apagaba la televisión lo que yo veía se quedaba pausado ahí, en santa Claus, creía fuertemente que si cerraba mis ojos y me tapaba los oídos los truenos y relámpagos se irían y si repetía que sea de día una y otra vez amanecería, siempre creí que era estúpida por no sacar buenas notas en la escuela, que si dormía ya no despertaría, Cuando era péqueña creía en tantas cosas ahora sé que no soy fea depende de los ojos con los que me vean, la luna nunca nos persiguió, pero aun creo firmemente en el conejo dentro de ella y en las hadas y duendes aun sigo con la locura de que una vez vi un hada mientras iba camino a casa, sé que no todo el mundo es bueno pero que no por eso hay que perder la fe en el, las caricaturas siguen si uno las apaga y pienso que santa solo llega a E.U. por eso aquí nuestros padres compran los regalos, comencé a tomarle un gusto extraño a las tormentas y comprobé que no importa cuánto lo repitas amánsese cuando es el momento, me di cuenta que no soy ni fui una estúpida solo no supieron enseñarme, también se que si duermo puedo no despertar pero solo pasara una vez y no me daré cuenta. Ahora creo en otras cosas nunca deje de soñar ni disfrutar no por madurar tienes que perder esa capacidad de reír por tonterías o creer en “cosas de niños”.
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